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NÚMERO 10 OCTUBRE – DICIEMBRE 2014

Cuando uno es pequeño no hay nada más divertido que una yincana (sí, ¿podéis creerlo?; hemos consultado el Diccionario panhispánico de dudas y resulta que hay que escribirlo así: “yincana”). Encontrar la manzana con la boca, las carreras a la pata coja, el juego de la silla, resolver adivinanzas… Pura diversión.

Cuando nos hacemos mayores, a veces parece que la vida quisiera obligarnos a jugar a otra cosa, algo así como una versión grotesca de aquel entretenimiento de la infancia. Pruebas que algunos querrán entender como desafíos de la divina providencia y otros vivirán, simplemente, como una serie inacabable de innecesarios quebraderos de cabeza.

En cualquier caso, la carrera de obstáculos está ahí. Y toca saltar. Con las manos vendadas y sin alcanzar a ver la piñata. Con suerte, los cordones de las zapatillas de uno irán atados a los de otro incauto que, por alguna razón desconocida, se habrá avenido a compartir la búsqueda de la manzana en la harina hasta llegar a la meta.

2384 no es una excepción. Las dificultades han sido, son y serán numerosas y variadas. Por eso hemos decidido dedicar este número precisamente a eso: a los obstáculos. Para no olvidar los sudores fríos. Para celebrar también la suerte que hemos tenido de ir encontrando por el camino que transita de acertijo en acertijo a otros niños intrépidos que han reído con nosotros, que nos acompañan un tramo y se despiden al fin con un abrazo, dejándonos una piedra blanca para que llevemos en el bolsillo en recuerdo de los buenos momentos vividos al calor de las letras y de las prisas por cerrar un número más.

Con este número 10 cruzamos ya el ecuador de los 2 años de existencia, y en 2384 estamos decididos en seguir bailando en la cuerda floja.Al menos hasta la próxima luna llena, o hasta el próximo año con trece lunas. O hasta que se acabe la cuerda. Y para ello contamos con el apoyo y la compañía de un número cada vez mayor de lectores de todo el mundo que parecen creer, como creemos nosotros, que a pesar de los moratones, la yincana sigue valiendo la pena. Esa es la mayor victoria que sin duda esperaban los autores y escritores que algún día se animaron a meterse con nosotros en el agujero de Alicia, persiguiendo a un Conejo Blanco que ha perdido el reloj. Y es también mucho más de lo que nosotros llegamos a imaginar.

¡Hasta el próximo número, 2384eros!

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